El “insider” de AMLO

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Alfonso Romo es el personaje más misterioso dentro del grupo de confianza de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Su historia empresarial y la forma como logró penetrar el primer círculo del político tabasqueño, pese a sus ideas neoliberales, hasta convertirse en el artífice de su proyecto de nación y en uno de sus hombres más cercanos lo han puesto bajo los reflectores. La biografía de Romo es muy particular: se siente regiomontano pero nació en la Ciudad de México. Se casó con una de las herederas de Don Eugenio Garza Sada, el fundador del poderoso Grupo Monterrey, y terminó peleado con su familia. No se lleva con la cúpula empresarial del estado más industrializado del país. Fue socio de Carlos Slim. Se benefició del Fobaproa, según escribió el propio Andrés Manuel López Obrador, y tuvo como inversionista en una de sus empresas a Pedro Aspe, el ex secretario de Hacienda con Carlos Salinas de Gortari. ¿Cómo es posible que AMLO, quien acusó a Romo de haber sido comparsa del “jefe de la mafia del poder”, Carlos Salinas, lo tenga ahora como uno de sus principales aliados? Esa es la pregunta que se hacen muchos empresarios y políticos que ven en Poncho Romo una figura misteriosa dentro del equipo de López Obrador.

Pese a considerarse un empresario disruptivo –con su empresa Seminis cambió la producción de semillas hasta convertirse en el líder mundial del mercado–, su discurso se contrapone frecuentemente al del candidato de Morena, principalmente en materia económica. Romo dice que no va a cambiar el modelo económico. Que se va a mantener el status quo. Que la iniciativa privada será el motor del país. Que se garantizará la seguridad jurídica de los inversionistas. Que no se cancelarán los contratos emanados de la reforma energética. Que el nuevo aeropuerto va. Que no hay enfrentamiento con los empresarios. Que los precios de garantía a los productos agropecuarios serán sólo para las regiones más abandonadas. Todo eso dice Romo, quien desde que se convirtió en el ideólogo del proyecto de nación de AMLO se ha vuelto intocable y quizá el único que en público ha salido a corregirle la plana al candidato de Morena o a matizar sus planteamientos. ¿Cuánta influencia tiene Romo en las decisiones de Andrés Manuel López Obrador y en su plan de gobierno? Sus allegados dicen que mucha, por lo que de ganar la elección presidencial se convertirá indiscutiblemente en el jefe de gabinete. Desde esta figura mantendrá la interlocución con los grupos de poder, no sólo los empresarios, sino con otras fuerzas políticas. Romo es el insider de AMLO con los empresarios y los grupos de poder. Por eso ha ganado tanta relevancia en el equipo del fundador de Morena. Él ha sido el encargado de acordar las reuniones con la cúpula de la iniciativa privada y, más aún, de convencer a algunos de sumarse a su movimiento. Su perfil de empresario neoliberal y hasta tecnócrata –por su amistad y afinidad con Pedro Aspe– le han permitido penetrar los círculos empresariales y políticos con la promesa de que él, al convertirse en el jefe de gabinete, no apoyará cambios radicales al modelo económico. Desde su oficina fue que se regó el rumor de que el ex secretario de Hacienda y ex banquero central, Guillermo Ortiz, así como del actual vicepresidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Santiago Levy, podrían integrarse a su gabinete para orquestar las políticas económicas de su administración. Una de las promesas de Romo con los empresarios fue que intentaría acercar a los zedillistas neoliberales con AMLO –lo que sí sucedió– pero que no sería él quien tomaría la decisión de remover a Carlos Urzúa, propuesta para ocupar la Secretaría de Hacienda, que todo apunta. Según el diccionario de Cambridge, un insider es una persona que Sin embargo, también hay empresarios que sugieren que el inside job de Romo podría estar jugando en favor de ellos. Es decir que, aprovechando su influencia dentro del grupo de López Obrador, el empresario propietario de la casa de bolsa Vector estaría aportando información sobre los planes de gobierno de Morena a los grupos de poder. No sólo con los principales empresarios del país, sino a los fondos de inversión y los grandes administradores de capitales. El argumento para hacerlo sería generar una sensación de confianza y evitar las salidas de capitales tras el probable triunfo de AMLO. Prueba de fuego. Una de las principales pruebas de fuego para AMLO en el tema de combate a la corrupción es el escándalo de Odebrecht. Si el candidato de Morena se convierte en Presidente de México, uno de los primeros casos en atacar deberá ser el de los sobornos que pagó la empresa brasileña a altos funcionarios del gobierno mexicano. Esto luego de que, como publicó el lunes el New York Times, el presidente Enrique Peña Nieto optó por archivarlo para evitar la debacle –todavía más pronunciada– de su candidato José Antonio Meade. Y entonces se sabrá si, como acusaron Jorge Castañeda y Ricardo Anaya, hubo un “pacto de impunidad” entre AMLO y el presidente Peña.

Fuente: eluniversal.com.mx