Para Ricardo Anaya: YURIRIA SIERRA

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2010

Tal vez tu campaña coseche frutos. Tal vez las urnas te favorezcan. Si es así, deberemos reconocer el trabajo de tu equipo y, sin duda, el tuyo, como el de una fuerza de la que muchos dudamos. La unión con el PRD y con MC nos habrá demostrado que aún es posible sembrar alianzas —sí, como en las democracias primermundistas— y recoger triunfos. Si ganas, Ricardo, será por la disciplina que demostraste, por la valentía para, en tu tono y tu tiempo, responder a cada acusación desde el poder y que ha puesto en duda su papel durante la contienda; si ganas, será por ese ahínco para salir y hacer campaña al mismo tiempo en que eras señalado, por no derrumbarte a mitad de la tormenta.

Si ganas, Ricardo, será por la manera en que le hablaste (aunque fuera sólo al inicio de tu campaña) a los jóvenes (quizá si lo hubieras hecho más, habrías sido más competitivo). Tu triunfo se habrá sustentado en esa capacidad tuya de hacer de la suma de varias debilidades, una fuerza competitiva. El Frente surgió por un reconocimiento tácito de una oposición débil, pero tu equipo trabajó durante la campaña para agregar fortalezas y sumar a personajes de la sociedad civil, como garante de una nueva posibilidad de hacer política, en donde las agendas, por distintas que sean, caben en un programa de gobierno.

Y el triunfo tendrá mucho mérito en el mensaje y la confianza que se habrá dado a los indecisos, a los que están hartos de ver a la misma clase política tomar decisiones a lo largo de más de 20 años. A quienes sin ser militantes de ninguno de los tres partidos que te abanderan te prefirieron a ti. Y algunos otros habrán ejercido el voto útil, porque fuiste el que, a pesar de todo, pudo conservarse como una opción competitiva.

Si ganas, Ricardo, tu trabajo deberá ser al triple o más; porque no se irán los fantasmas de la traición: todo lo contrario. Saldrán a pasear con mayor intensidad; irán a cobrarte las afrentas. Deberás generar un ambiente de gobernabilidad que logre apaciguar la desconfianza, que logre sanar las fracturas, que cicatrice ahí donde todavía sigue sangrando. Deberás tender la mano a quienes fueron heridos en tu camino durante la contienda y previo a ella. Si tu triunfo se dio con una alianza, tu gobierno deberá honrar también esa marca, porque, de lo contrario, abandonaría por completo tu proyecto y convertirías en nuevos enemigos a los nuevos abandonados.

Sin embargo, también está la otra opción. Ricardo, la derrota. Ésa que también es una posibilidad. Si eso sucede, tu trabajo será convertirte en la figura que abrió el paso a una renovación generacional. Porque tu derrota sería el resultado, sí, de todas las fracturas en el PAN y en el PRD, pero tendrás la obligación de dar la cara y seguir dando la batalla, ahora sin las prebendas de los cargos, el manto protector del fuero o la promoción de los tiempos oficiales. Si pierdes, será momento de aceptar que debes reagrupar al PAN porque será necesaria la reconfiguración de una oposición que, primero, debe decidir qué tipo de fuerza opositora quiere ser. Durante este sexenio fueron una oposición leal, un aliado estratégico del gobierno para lograr las reformas estructurales (aunque después tú lo negaras), su papel en ese momento histórico está ahí. Para los próximos seis años, ¿qué tipo de fuerza quisieras encabezar? ¿Una que sume, que cuestione o que reviente? ¿Una que sucumba o que haga contrapeso? Y la tarea será la misma para lo que quede del PRD. Porque una posible derrota, Ricardo, será el signo irrefutable de la debilidad de cada partido del Frente. Y, al mismo tiempo, el PAN deberá pensar en su reconciliación, ¿qué sucederá con quienes hoy se sienten ajenos al partido en el que militaron su vida entera y te ven como el gran despojador? Una derrota, Ricardo, es pretexto para reflexionar en las razones que te habrán llevado ahí, y el peor de los errores sería el del autoengaño. Talento te sobra; inteligencia, también: pero tanto en la victoria como en la derrota, lo más importante es dónde y cómo se acomoda el corazón, porque ahí es donde se mide el talante real de un político con tus aspiraciones.